Lectura política
Noé Mondragón Norato
Mientras la alcaldesa morenista de Acapulco, Adela Román Ocampo, se pasea por Medellín, Colombia, con el fin de «copiar» estrategias en materia de seguridad pública, así como aquellas ligadas al proceso de construcción de paz, en el puerto las cosas se salen de control por enésima ocasión. No solo por el agudizamiento de la violencia, sino también por el brote de conflictos en materia laboral. El pulso al respecto es elocuente.
LA INGENUIDAD DE ADELA. – La última advertencia mediática de la alcaldesa porteña antes de partir a Colombia, fue que no dejaría de entregar despensas en los Bienes Comunales de Cacahuatepec, un territorio casi escriturado a nombre del vocero del Consejo de Ejidos y Comunidades Opositores a la presa La Parota (Cecop), Marco Antonio Suástegui Muñoz. Esa cultura política clientelar de Adela —emulada del PRI— solo puede entenderse dentro de una sola coyuntura: su inclusión dentro de la pelea por la candidatura a gobernador en el Morena, para la elección de 2021. Sin embargo, hay asuntos que le están literalmente «quemando los aparejos». 1.- En cerca de 20 años, la comuna porteña no había proyectado conflictos laborales. Pero esta vez, la gota que derramó el vaso fue el «incumplimiento» de Adela Román para crear una Comisión Mixta que promueva las recategorizaciones y los ascensos laborales al interior de la alcaldía, de acuerdo con lo sostenido por el dirigente estatal del SUSPEG, David Martínez Mastache. Eso, aunado a la petición de 11 por ciento de aumento salarial, una demanda que ni siquiera alcanzaron los trabajadores del Congreso local, quienes solo lograron el 8 por ciento. Como sea, el conflicto laboral en el ayuntamiento porteño ocurre justo en la coyuntura en que la alcaldesa se encuentra fuera del país. Apolítica, desprevenida y arrogante, Adela no alcanzó a dimensionar cuando menos dos cosas: que su viaje a Colombia fue un acto a todas luces imprudente, dadas las situaciones de crisis que la golpean sistemáticamente y por todos lados. Y, por otro lado, sus detractores políticos iban a explotar el momento de su ausencia para desgastarla aun más de lo que ya está. La alcaldesa pecó de ingenua creyendo que «todo marcharía bien» estando en Colombia. Se equivocó. 2.- Movido por los vacíos de poder dejados por Adela Román, el ex edil perredista de Acapulco, Evodio Velázquez Aguirre, se puso a operar. En conferencia de prensa anunció «la venta de fertilizante a los campesinos a bajo precio». Asumió desde luego, que la medida era gestoría de su esposa la diputada local Perla Edith Martínez Ríos, de la regidora de Acapulco Gereli Astudillo Ibarrondo y de la Unión General de Obreros y Campesinos de los Estados de México (Ugocem). Se entiende que, con esta inédita vendimia, Evodio se meterá hasta los Bienes Comunales de Cacahuatepec, el territorio donde Adela Román presumiblemente, no podrá pasar. Mató, además, otros dos pájaros políticos: al gobierno estatal de Héctor Astudillo que politiza el asunto del fertilizante. Y a los funcionarios federales de AMLO —Pablo Amílcar, Jorge Gage y Víctor Villalobos— que proyectan evidente marrullería en la entrega del abono. Como los demás actores políticos, Evodio intenta meterse a la pelea perredista por la candidatura al gobierno estatal. Explotando a su favor todo lo que encuentra en el camino. 3.- El mensaje de la «austeridad republicana» que defiende y promueve AMLO en el discurso, rodó por los suelos con Adela Román. Apenas el pasado 21 de mayo, el presidente reconoció que había recibido más de 100 solicitudes de funcionarios públicos para viajar al extranjero, «de las cuales solo autoricé 20». López Obrador admitió la importancia del contacto de nuestro país con el exterior, pero frenó los excesos de periplos oficiales con una sola frase: «Entonces, ¿para qué está el internet?» Se entiende que la alcaldesa del Morena no se encuentra en la misma sintonía de AMLO. Porque la gana la frivolidad y su insano deseo de pasear por el mundo con recursos públicos. Y mientras, la comuna porteña se le hace añicos.
HOJEADAS DE PÁGINAS…La única forma en que el rector de la UAGro, Javier Saldaña Almazán se deja ver mediáticamente, es condenando los asesinatos contra universitarios. Sin embargo, sus lamentos no han servido para sensibilizar la apatía del fiscal Jorge Zuriel de los Santos. Los crímenes de estudiantes y maestros de esa institución, descansan en las gavetas de la impunidad. Y el rector amenaza con movilizar a la comunidad universitaria. Saldaña busca reflectores en su lucha por meterse también, a la pelea por el gobierno estatal.