Ilustres Educadores Mexicanos Nacidos en el Siglo XIX
JORGE HERRERA VALENZUELA
Comentar en torno al Día del Maestro, me hizo ir a las páginas de enciclopedias, de libros y revisar algunos de mis apuntes archivados. Miré hacia los días en que cursé la Primaria, en los últimos años de la primera mitad del siglo pasado, cuando se enseñaba el método fonético-onomatopéyico para aprender las cinco vocales y el primer libro que leí, ’Rosas de la Infancia’.
De acuerdo con el tiempo que vivimos, los nombres de los seis personajes elegidos, no son muy familiares para las nuevas generaciones y mucho menos cuando, hoy en día, un grupo de profesores dedican su tiempo para demandar poder político, canonjías económicas, abandonar las aulas y realizan marchas callejeras. Pero, ese es otro tema y por esta ocasión voy a recordar a quienes se entregaron con pasión a la teoría y práctica de la educación, mereciendo el calificativo de Apóstoles de la Enseñanza.
Pues bien, entre 1848 y 1882 están registrados los nacimientos del campechano Justo Sierra Méndez, del colimense Gregorio Torres Quintero, de la veracruzana María Enriqueta Camarillo y Roa de Pereyra, de la paceña (Baja California Sur) Rosaura Zapata Cano, del veracruzano Erasmo Castellanos Quinto y del oaxaqueño José Vasconcelos Calderón. La autora del libro ’Rosas de la Infancia’, María Enriqueta, murió en 1968 a la edad de 96 años.
A Justo Sierra se le conoce como ’Maestro de América’ y no cabe duda que lo fue. Hombre brillante que dedicó su vida a la educación de la niñez y de la juventud, en 1910 promovió la inauguración de la Universidad Nacional de México. Se desempeñaba como el penúltimo titular de Instrucción Pública y Bellas Artes en el final del gobierno de Porfirio Díaz. La Universidad estuvo cerrada desde la mitad del siglo XIX, primero por órdenes de Valentín Gómez Farías y después por Maximiliano de Habsburgo. En 1929 el presidente Emilio Portes Gil le otorgó la Autonomía; pronto se cumplirán 90 años de ese suceso.
En los planes de enseñanza primaria, al cursar el primer año, recuerdo que para aprender las cinco vocales, el profesor o la profesora aplicaban el método fonético-onomatopéyico creado por Torres Quintero, que consistía en hacer un sonido para ir deletreando a, e, i, o y u. Al mismo tiempo la lectura obligada era el libro ’Rosas de la Infancia’ de la maestra María Enriqueta, originaria de Coatepec, Veracruz.
Otro de los personajes relevantes en el medio educativo, lo es el oaxaqueño José Vasconcelos Calderón, a quien se le calificó como el ’Maestro de la Juventud’. A los 38 años de edad fue el noveno Rector de la Universidad Nacional de México, creador del lema ’Por Mi Raza Hablará el Espíritu’ y diseñador del escudo de nuestra Máxima Casa de Estudios. Dejó la rectoría para ser el primer titular de la Secretaría de Educación Pública, fundada por el presidente Álvaro Obregón. Figuró como candidato presidencial en 1929
Los dos primeros profesores que recibieron, en octubre 7 de 1954, la Medalla Belisario Domínguez, instituida por el presidente Adolfo Ruiz Cortines, fueron la maestra Rosaura Zapata y el cervantista Erasmo Castellanos Quinto. La maestra desde finales del Siglo XIX demostró su vocación magisterial y para 1902 era la impulsora de la enseñanza para los menores de siete años, así empezaba lo que hoy conocemos como educación pre escolar. De sus 87 años de vida, 70 los vivió en las aulas.
Muchos son los recuerdos que dejó don Erasmo en los salones de clases de la Escuela Nacional Preparatoria 1, en la calle de San Ildefonso, el barrio universitario, a unos pasos de las ruinas del Templo Mayor. El maestro Castellanos Quinto no faltaba nunca a impartir la clase de literatura y a compartir sus conocimientos sobre la obra del gran Miguel de Cervantes Saavedra.
El insigne catedrático murió en diciembre de 1955, año en que aceptó ser Padrino de la Generación 1954-1955, generación preparatoriana a la que pertenezco y que presidió Carlos Hidalgo Cortés y de la que la hoy abogada Laura Guillermina Ayllón Luviano, fue la primera vicepresidenta de una sociedad de alumnos. Otros miembros de esa generación: el hoy doctor Raúl M. Simancas Pérez y Cortés, la primera Procuradora General de Justicia del Distrito Federal, Victoria Adato Green, el penalista Alfredo Ontiveros Zárate y el profesor normalista Miguel Osorio Marbán.
Los nombres de las dos maestras y de los cuatro educadores que he comentado, en forma supersintetizada, fueron impuestos a centros culturales, bibliotecas, calles, avenidas e inclusive hay estatuas de ellos. Los restos de don Justo Sierra y del maestro Torres Quintero reposan en la Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón Civil de Dolores, en la Ciudad de México.
Mención especial hago de una educadora que en principios del Siglo XX, en los días del porfiriato, destacó por su tenacidad al dirigir una escuela para señoritas, cuando no era común que las jóvenes fueran más allá de la primaria. La maestra Teodora López Montes estuvo al frente del plantel donde se impartieron primaria, secundaria y Normal para profesoras. Fue la Escuela Sara L. Keen, que estuvo ubicada en la Colonia San Rafael, en la Capital del País. Doña Teodo, fue mi abuela paterna, originaria de Ayapango, Estado de México.
El Papa Pío XII el 15 de Mayo de 1950 nombró a Juan Bautista de La Salle, Patrono Universal de los Maestros.
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